El padre jesuita Pablo José de Arriaga célebre catequista y vigoroso extirpador de idolatrías, dice haber constatado durante sus visitas, que los indios principalmente los de la sierra adoraban al sol con los nombres de Inti y Púnchau (Día), Baltazar de Ocampo y Conejeros conoció el templo del Dios Púnchau en el área de Vilcabamba.
Fray Antonio de la Calancha brinda importantes datos sobre la religión en Vilcabamba y sobre el Templo o Casa del Dios Púnchau en Vilcabamba. En la ciudad del Cusco, existieron varias Casas del Sol, una de ellas fue el Phoqen Káncha o Pukín Cancha en el actual barrio de Pukín; la otra fue Saqsaywaman, otra en el sector norte del Qorikancha. Cristóbal de Molina "El Cusqueño" dice que en los tablones del Phoquen Kancha "estaba pintada una fábula" explicando que los incas se jactaban ser hijos del Sol.
Bien, considerado así el Sol, fue objeto de especial y cuidadoso culto. En las crónicas no hay uniformidad respecto al desarrollo litúrgico, algunas llegan a informar que hubo dos fiestas Sol al año. Cristóbal de Molina "El cusqueño" dice que al Sol se realizaba en mayo, mes llamado Hacicay Llusque con que comenzaba el año, se sacrificaban gran cantidad de llamas y huanacos de variados colores, animales que eran quemados en varios sitios sagrados, el Qorikancha, Wanacauri y en el cerro Aspiran que quedaba al poniente de la ciudad. Agrega que en el mismo mes se realizaban también otras fiestas, una de ellas en el cerro Succanca (Sic).
Cristóbal de Molina "el chileno" dice que la Fiesta al sol era en abril, época de cosechas, duraba ocho a nueve días, tenía por escenario el llano al oriente de la ciudad del Cusco, lugar en el que el inca y su comitiva, instalados en la noche, esperaban la salida del sol con cánticos, llevando
el compás moviendo un pie.
El padre Bartolomé de las Casas tiene conceptos idénticos a Molina "el chileno", da idea que uno tomó los datos del otro. Las Casas jamás estuvo en el Perú.
Polo de Ondegardo, dice, que el séptimo mes en el calendario inca, que corresponde a junio, se "hazía la fiesta denominada Intiraymi en que se sacrificaban cien carneros guanacos, y que dezían que esta era la fiesta del sol". Estos conceptos aparecen ampliados en el Capítulo XXVIII de la Historía del Nuevo Mundo de Cobo.
El Nombre de la Fiesta del Sol.- Se ha generalizado hoy en nuestro medio la pronunciación intirraymi al señalar la Fiesta del Sol en el incanato.
Garcilazo, excepcional informante de la Historia de los Incas, nos dice bastante en sus Comentarios Reales; al comenzar tal crónica advierte acerca de la lengua general de los indios en el Perú, explicando cómo debe y cómo no debe pronunciarse y escribirse el quechua, y específicamente al referirse a las letras r y rr, dice:
"es de advertir que en aquella lengua general del Cuzco, no hay pronunciación de rr duplicada en principio de parte, ni en medio de dicción, sino que siempre se ha de pronunciar sencilla".
Luego Garcilazo comenta el hecho de que los españoles añadían o quitaban letras a las palabras quechuas causando corrupción en el idioma, haciendo preterición de las pautas morfológicas del runa simi, y afirma con orgullo y coraje (para su época), lo siguiente:
"Para atajar esta corrupción, me sea lícito, pues soy indio, que en esta historia yo escriba como indio, con las mismas letras que aquellas tales dicciones se deben escribir. Y no se les haga de mal a los que las leyeran ver la novedad presente, en contra del mal uso introducido"
Al decir intirraymi expresamos "fiesta sol". La partícula p que convierte inti en intip, señala pertenencia. Un ejemplo: intip churin significa hijo del sol, pero si escribimos inti churi se entenderá hijo sol, faltándole la palabra del.
Abundando en razones recurramos a otras fuentes escritas.
Polo de Ondegardo, dos veces corregidor del Cusco, en sus Informaciones acerca de la Religión y Gobierno de los Incas, al referirse a la fiesta del Sol la nombra así: Intiraymi, con ere sencilla y no Intirraymi. El jesuita José de Acosta, escribe igualmente Intiraymi. El mestizo cusqueño Cristóbal de Molina, famoso orador en quechua, escribe con mayor acierto que los dos anteriores, consigna Intip raymi (pronúnciese la inicial como ere sencilla).
Concluyendo: a nuestro entender el nombre correcto de la fiesta que comentamos, en el incanato era Intip-raymin (pronunciando la inicial como ere y no como erre).
Objeto o razón de la Fiesta del Sol.- Fueron varias las razones que impelían a los tawantinsuyanos, realizar sacrificios y complicadas ceremonias religiosas en honor del Astro Rey:
- El inca era Intip Sapan Churín, o Unico Hijo del Sol; de acuerdo a la leyenda, la nobleza cusqueña (los orejones) eran hijos naturales del Sol, a él debían su existencia y debían corresponderle con sacrificios y ofrendas.
- Si la cosecha de maíz fue buena en el último año agrícola, había que agradecer al Sol tamaño favor.
- Si la cosecha de maíz fue mala, había que rogarle que el año venidero, calmando sus enojos, dé a sus hijos buena producción.
- En junio (solsticio de invierno) el sol se iba alejando, los fríos aumentaban, en los amaneceres el agua estaba escarchada, había que pedirle al sol, que volviera, que al rayar los crepúsculos matutinos no siguiera avanzando hacia el norte.
- Finalmente había que testimoniarle al Sol, la eterna y total entrega de sus hijos, con sumisión y respeto.
La Fiesta misma.- Se iniciaba el 21 de junio de cada año, con febriles preparativos en los palacios imperiales y en el Ajllawasi, respecto a la vestimenta, el zanqhu, la chicha, los ornamentos, armas y adornos. Toda fiesta y toda conmemmoración importante se iniciaba con el consabido ayuno; los orejones se privaban del ají, de la sal y de las uniones conyugales, por algunos días. Antes del amancer del día central y la nobleza cusqueña tomaban emplazamiento en Waqaypata; la nobleza provinciana y otras gentes se ubicaban en Kusipata; todos estaban descalzos, con la mirada dirigida al oriente y en posición de cuclillas cuando asomaba la hora crepuscular; todos a la señal del inca hacían la suprema reverencia mediante la mocha (ver mochadero).
Se entonaban cánticos a media voz, en actitud sumisa o hasta quejumbrosa, marcando el compás con un pie, el momento era solemne, la actitud era suplicante y de pleno recogimiento: y cuando el Astro Rey, diríase tiritando, inundaba con sus primeros rayos el horizonte, el cántico se convertía en alarido y la inmensa plaza parecía llorar. Si el día amanecía nublado, la plaza escarchada y el frío cortante, transportaban a los concurrentes en alas de su fe hacia un paroxismo místico, se sumían en sus wanqay-taki (cantar llorando, canción y llanto al mismo tiempo).
A continuación el inca se ponía de pie, tomaba entre manos dos vasos de oro llamados akilla, conteniendo chicha bendecida, el vaso de la mano derecha lo ofrecía al Sol y luego vertía el líquido en un tinajón de oro conectado a un caño que conducía al Templo del Sol en el Qorikancha; luego, del vaso de la mano izquierda, bebía el inca un trago y pasaba a los orejones que estaban dispuestos cerca de él por su orden y jerarquía cada noble bebía otro trago. Los nobles provincianos recibían vasos con chicha, si bien elaborada en el Ajllawasi pero sin santificar.
Concluida esta parte de la ceremonia en la plaza principal, los concurrentes por su orden se dirigían por la calle Inti Kíjllu hacia la Casa del Sol; al ingresar en Intipampa, doscientos pasos antes de llegar a la puerta del templo, se descalzaban todos menos el inca que lo hacía en
la misma puerta. Acto continuo, el inca que lo hacía en la misma puerta.
Acto continuo, el inca y los otros orejones ingresaban en el Templo del Sol y veneraban esta vez, la figura del Astro Rey, enorme disco de oro que ocupaba el testero del recinto; los cuerpos momificados de los reyes muertos, conducidos procesionalmente, cada cual en su respectiva
parihuela, eran también motivo principal en la adoración.
La nobleza provinciana no ingresaba en el Qorikancha, quedaba en Intipampa, actual Plaza de Santo Domingo. terminados los actos de adoración, los sacerdotes, ubicándose donde correspondía, recibían las ofrendas de los curacas venidos de todos los puntos del imperio (Ver el
cap. que corresponde a Qorikancha), depositándolas en el lugar que correspondía. Todos volvían siempre conservando el orden que les correspondía, hacia la plaza principal.
Ubicados nuevamente en la plaza principal, los sacerdotes prodecedian a sacrificar una llama de color negro entero, tendían al animal con la cabeza dirigida al oriente, lo sujetaban fuertemente sin atarle las patas, el sacerdote principal con filudo tumi (cuchillo) abríale el costado izquierdo e introduciendo una mano, sacaba palpitante el ocrazón, los pulmones y la traquea enteros, allí interpretaban sus augurios y pronósticos. Era mal agûero si el animal venciendo los brazos de los
sujetadores lograba levantarse, o también si las vísceras salían arrancadas.
El Fuego Sagrado y el Pan Bendito.- El fuego sagrado se había extiniguido antes de iniciarse la fiesta, estando en vigor el ayuno: había que producir nuevo fuego para el nuevo año, que sería conservado con unción religiosa, en el Qorikancha y en el Ajllawasi por el personal encargado de tan delicada tarea.
En el imponente usnu de la plaza principal, ante la mirada estática de miles de concurrentes, el Willaj Uma (sumo sacerdote) produciría el fuego considerado sagrado; ubicado convenientemente, recibía los rayos del sol en su medallón cóncavo muy bruñido que formaba parte de un amplio brazalete o chípana, en la concavidad se colocaba un poco de algodón
carmenado para provocar la llama; si el sol no llegaba con plenitud, el fuego era producido con dos palitos por el sistema de frotamiento. Producido el fuego en una u otra forma, sería conservado hasta las vísperas de igual fiesta el próximo año.
Provocado el fuego los sacerdotes procedían a repartir el zancu o zanqhu entre los concurrentes, era una especie de pan de harinia de maíz, elaborado por la ajllas y bendecido, enterga que tenía una significación litúrgica, antes que una finalidad puramente alimenticia.
Pasado el día principal de festejo, los siguientes eran de multitudinario regocijo, los concurrentes ocupaban la parte coccidental de la gran plaza (kusipata), consumiendo carne y otros alimentos y chicha, al mismo tiempo que cantaban y bailaban.
El sol iba retornando en los crepúsculos matutinos hacia el sur en relación con el solsticio de invierno, había escuchado el clamor de sus hijos, todos mostraban contento, la alegría se tornaba en general bullicio.
Fuente: Autor: Víctor Angles Vargas, Libro "HISTORIA DEL CUSCO INCAICO" Tomo I.
Bien, considerado así el Sol, fue objeto de especial y cuidadoso culto. En las crónicas no hay uniformidad respecto al desarrollo litúrgico, algunas llegan a informar que hubo dos fiestas Sol al año. Cristóbal de Molina "El cusqueño" dice que al Sol se realizaba en mayo, mes llamado Hacicay Llusque con que comenzaba el año, se sacrificaban gran cantidad de llamas y huanacos de variados colores, animales que eran quemados en varios sitios sagrados, el Qorikancha, Wanacauri y en el cerro Aspiran que quedaba al poniente de la ciudad. Agrega que en el mismo mes se realizaban también otras fiestas, una de ellas en el cerro Succanca (Sic).
Cristóbal de Molina "el chileno" dice que la Fiesta al sol era en abril, época de cosechas, duraba ocho a nueve días, tenía por escenario el llano al oriente de la ciudad del Cusco, lugar en el que el inca y su comitiva, instalados en la noche, esperaban la salida del sol con cánticos, llevando
el compás moviendo un pie.
El padre Bartolomé de las Casas tiene conceptos idénticos a Molina "el chileno", da idea que uno tomó los datos del otro. Las Casas jamás estuvo en el Perú.
Polo de Ondegardo, dice, que el séptimo mes en el calendario inca, que corresponde a junio, se "hazía la fiesta denominada Intiraymi en que se sacrificaban cien carneros guanacos, y que dezían que esta era la fiesta del sol". Estos conceptos aparecen ampliados en el Capítulo XXVIII de la Historía del Nuevo Mundo de Cobo.
El Nombre de la Fiesta del Sol.- Se ha generalizado hoy en nuestro medio la pronunciación intirraymi al señalar la Fiesta del Sol en el incanato.
Garcilazo, excepcional informante de la Historia de los Incas, nos dice bastante en sus Comentarios Reales; al comenzar tal crónica advierte acerca de la lengua general de los indios en el Perú, explicando cómo debe y cómo no debe pronunciarse y escribirse el quechua, y específicamente al referirse a las letras r y rr, dice:
"es de advertir que en aquella lengua general del Cuzco, no hay pronunciación de rr duplicada en principio de parte, ni en medio de dicción, sino que siempre se ha de pronunciar sencilla".
Luego Garcilazo comenta el hecho de que los españoles añadían o quitaban letras a las palabras quechuas causando corrupción en el idioma, haciendo preterición de las pautas morfológicas del runa simi, y afirma con orgullo y coraje (para su época), lo siguiente:
"Para atajar esta corrupción, me sea lícito, pues soy indio, que en esta historia yo escriba como indio, con las mismas letras que aquellas tales dicciones se deben escribir. Y no se les haga de mal a los que las leyeran ver la novedad presente, en contra del mal uso introducido"
Quienes al presente hablamos cotidianamente el quechua, sabemos que Garcilaso tenía plena razón. Ahora nos referimos concretamente al nombre que tuvo en la sociedad inca, la fiesta del Sol, y a su mejor forma de trasuntarlo al castellano. El autor de los Comentarios Reales escribe
Intip raymi, advirtiendo que la ere inicial se pronuncia simple y no como erre, Intip significa "del sol" y raymi "fiesta"; se concluye, "La Fiesta del Sol".
Intip raymi, advirtiendo que la ere inicial se pronuncia simple y no como erre, Intip significa "del sol" y raymi "fiesta"; se concluye, "La Fiesta del Sol".
Al decir intirraymi expresamos "fiesta sol". La partícula p que convierte inti en intip, señala pertenencia. Un ejemplo: intip churin significa hijo del sol, pero si escribimos inti churi se entenderá hijo sol, faltándole la palabra del.
Abundando en razones recurramos a otras fuentes escritas.
Polo de Ondegardo, dos veces corregidor del Cusco, en sus Informaciones acerca de la Religión y Gobierno de los Incas, al referirse a la fiesta del Sol la nombra así: Intiraymi, con ere sencilla y no Intirraymi. El jesuita José de Acosta, escribe igualmente Intiraymi. El mestizo cusqueño Cristóbal de Molina, famoso orador en quechua, escribe con mayor acierto que los dos anteriores, consigna Intip raymi (pronúnciese la inicial como ere sencilla).
Concluyendo: a nuestro entender el nombre correcto de la fiesta que comentamos, en el incanato era Intip-raymin (pronunciando la inicial como ere y no como erre).
Objeto o razón de la Fiesta del Sol.- Fueron varias las razones que impelían a los tawantinsuyanos, realizar sacrificios y complicadas ceremonias religiosas en honor del Astro Rey:
- El inca era Intip Sapan Churín, o Unico Hijo del Sol; de acuerdo a la leyenda, la nobleza cusqueña (los orejones) eran hijos naturales del Sol, a él debían su existencia y debían corresponderle con sacrificios y ofrendas.
- Si la cosecha de maíz fue buena en el último año agrícola, había que agradecer al Sol tamaño favor.
- Si la cosecha de maíz fue mala, había que rogarle que el año venidero, calmando sus enojos, dé a sus hijos buena producción.
- En junio (solsticio de invierno) el sol se iba alejando, los fríos aumentaban, en los amaneceres el agua estaba escarchada, había que pedirle al sol, que volviera, que al rayar los crepúsculos matutinos no siguiera avanzando hacia el norte.
- Finalmente había que testimoniarle al Sol, la eterna y total entrega de sus hijos, con sumisión y respeto.
La Fiesta misma.- Se iniciaba el 21 de junio de cada año, con febriles preparativos en los palacios imperiales y en el Ajllawasi, respecto a la vestimenta, el zanqhu, la chicha, los ornamentos, armas y adornos. Toda fiesta y toda conmemmoración importante se iniciaba con el consabido ayuno; los orejones se privaban del ají, de la sal y de las uniones conyugales, por algunos días. Antes del amancer del día central y la nobleza cusqueña tomaban emplazamiento en Waqaypata; la nobleza provinciana y otras gentes se ubicaban en Kusipata; todos estaban descalzos, con la mirada dirigida al oriente y en posición de cuclillas cuando asomaba la hora crepuscular; todos a la señal del inca hacían la suprema reverencia mediante la mocha (ver mochadero).
Se entonaban cánticos a media voz, en actitud sumisa o hasta quejumbrosa, marcando el compás con un pie, el momento era solemne, la actitud era suplicante y de pleno recogimiento: y cuando el Astro Rey, diríase tiritando, inundaba con sus primeros rayos el horizonte, el cántico se convertía en alarido y la inmensa plaza parecía llorar. Si el día amanecía nublado, la plaza escarchada y el frío cortante, transportaban a los concurrentes en alas de su fe hacia un paroxismo místico, se sumían en sus wanqay-taki (cantar llorando, canción y llanto al mismo tiempo).
A continuación el inca se ponía de pie, tomaba entre manos dos vasos de oro llamados akilla, conteniendo chicha bendecida, el vaso de la mano derecha lo ofrecía al Sol y luego vertía el líquido en un tinajón de oro conectado a un caño que conducía al Templo del Sol en el Qorikancha; luego, del vaso de la mano izquierda, bebía el inca un trago y pasaba a los orejones que estaban dispuestos cerca de él por su orden y jerarquía cada noble bebía otro trago. Los nobles provincianos recibían vasos con chicha, si bien elaborada en el Ajllawasi pero sin santificar.
Concluida esta parte de la ceremonia en la plaza principal, los concurrentes por su orden se dirigían por la calle Inti Kíjllu hacia la Casa del Sol; al ingresar en Intipampa, doscientos pasos antes de llegar a la puerta del templo, se descalzaban todos menos el inca que lo hacía en
la misma puerta. Acto continuo, el inca que lo hacía en la misma puerta.
Acto continuo, el inca y los otros orejones ingresaban en el Templo del Sol y veneraban esta vez, la figura del Astro Rey, enorme disco de oro que ocupaba el testero del recinto; los cuerpos momificados de los reyes muertos, conducidos procesionalmente, cada cual en su respectiva
parihuela, eran también motivo principal en la adoración.
La nobleza provinciana no ingresaba en el Qorikancha, quedaba en Intipampa, actual Plaza de Santo Domingo. terminados los actos de adoración, los sacerdotes, ubicándose donde correspondía, recibían las ofrendas de los curacas venidos de todos los puntos del imperio (Ver el
cap. que corresponde a Qorikancha), depositándolas en el lugar que correspondía. Todos volvían siempre conservando el orden que les correspondía, hacia la plaza principal.
Ubicados nuevamente en la plaza principal, los sacerdotes prodecedian a sacrificar una llama de color negro entero, tendían al animal con la cabeza dirigida al oriente, lo sujetaban fuertemente sin atarle las patas, el sacerdote principal con filudo tumi (cuchillo) abríale el costado izquierdo e introduciendo una mano, sacaba palpitante el ocrazón, los pulmones y la traquea enteros, allí interpretaban sus augurios y pronósticos. Era mal agûero si el animal venciendo los brazos de los
sujetadores lograba levantarse, o también si las vísceras salían arrancadas.
El Fuego Sagrado y el Pan Bendito.- El fuego sagrado se había extiniguido antes de iniciarse la fiesta, estando en vigor el ayuno: había que producir nuevo fuego para el nuevo año, que sería conservado con unción religiosa, en el Qorikancha y en el Ajllawasi por el personal encargado de tan delicada tarea.
En el imponente usnu de la plaza principal, ante la mirada estática de miles de concurrentes, el Willaj Uma (sumo sacerdote) produciría el fuego considerado sagrado; ubicado convenientemente, recibía los rayos del sol en su medallón cóncavo muy bruñido que formaba parte de un amplio brazalete o chípana, en la concavidad se colocaba un poco de algodón
carmenado para provocar la llama; si el sol no llegaba con plenitud, el fuego era producido con dos palitos por el sistema de frotamiento. Producido el fuego en una u otra forma, sería conservado hasta las vísperas de igual fiesta el próximo año.
Provocado el fuego los sacerdotes procedían a repartir el zancu o zanqhu entre los concurrentes, era una especie de pan de harinia de maíz, elaborado por la ajllas y bendecido, enterga que tenía una significación litúrgica, antes que una finalidad puramente alimenticia.
Pasado el día principal de festejo, los siguientes eran de multitudinario regocijo, los concurrentes ocupaban la parte coccidental de la gran plaza (kusipata), consumiendo carne y otros alimentos y chicha, al mismo tiempo que cantaban y bailaban.
El sol iba retornando en los crepúsculos matutinos hacia el sur en relación con el solsticio de invierno, había escuchado el clamor de sus hijos, todos mostraban contento, la alegría se tornaba en general bullicio.
Fuente: Autor: Víctor Angles Vargas, Libro "HISTORIA DEL CUSCO INCAICO" Tomo I.
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